El acné, la psoriasis, la dermatitis atópica, la alopecia, el vitíligo o los angiomas son algunas de las patologías dérmicas que más afectan psicológicamente a la población, precisamente porque "se presentan en las zonas visibles del cuerpo (la cara y las manos)", explicó a ElMundo.es Conrado Pujol, jefe de la Unidad de Dermatología del Hospital La Fe de Valencia.
En el caso de la psoriasis, "los pacientes muestran miedo ante la posibilidad de padecerla", aseguró el especialista. Esto se debe a que, según explicó, se trata de una afección crónica.
A menudo, estas personas "pasan por varias fases: rebeldía, negación y aceptación. Es importante que sepamos entender sus reacciones y sus estados de ánimo para facilitarles un mecanismo de adaptación y mejorar así los resultados de su tratamiento", señaló Aurora Guerra, editora del primer volumen de la trilogía Dermatología Psiquiátrica: De la mente a la piel, que aborda las principales patologías psiquiátricas y su reflejo exterior.
La afectación psicológica depende de la edad en que surge la enfermedad y de la propia personalidad del paciente. Según Pujol, "si aparece en la pubertad, puede causar personalidades solitarias e introspectivas; o agresivas y antisociales. Si aparece en la edad adulta, podría asociarse con ansiedad, inseguridad, depresión o insomnio".
En tanto, el acné "se asocia a depresión, ansiedad, retraimiento social, e incluso a ideas suicidas. Más del 10% de los jóvenes deja de salir de casa, en más del 15% de los casos influye en los estudios y el 30% tiene problemas con los compañeros", comentó el dermatólogo. Además, se sienten acomplejados (40%), menos atractivos (cerca del 50%) y les cuesta relacionarse con el sexo opuesto (70%).
Varios estudios señalan, y así lo avala también un trabajo realizado por un equipo español de la Universidad de Oviedo y publicado en la revista Psicothema, que las patologías dérmicas afectan a la calidad de vida de los pacientes, concretamente en actividades de la vida cotidiana como las labores del hogar, el cuidado personal, la interacción social, y las actividades de recreo, movilidad, sueño, descanso y trabajo.
Según se desprende del estudio español, la sintomatología depresiva que subyace en estas personas deriva en reacciones emocionales alteradas, falta de energía, aislamiento social y alteraciones en las relaciones sexuales. Concretamente, los pacientes con psoriasis y rosácea tienden a presentar ansiedad.
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